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domingo, 24 de mayo de 2009

SER ALICANTINO DUELE.


El pasado Jueves 21, asistí a las 20’15 h. en la Sede Ciudad de Alicante de la UA, a una charla protagonizada por miembros de “Alicante Vivo”, cuyo titulo era: “Ser Alicantino duele.”
En esta charla cada uno de los contertulios fue exponiendo diversos temas como “Arquitecturas Olvidadas” donde Ruben nos hizo un repaso de algunos de los muchos edificios que a lo largo de nuestra historia hemos ido perdiendo, quisiéramos pensar que lo que antaño no significo nada para los alicantinos, hoy en día seria diferente pues sabríamos valorarlos.
A través de un periplo por distintas épocas de la historia, se nos mostró como Alicante desde muy antiguo, en 1750 era un cruce de caminos, gracias a que su puerto era punto de encuentro y salida de mercancías, ideas y personas, a la vera de un castillo que envolvía a la amurallada ciudad con su protección militar.
Pasa el tiempo, llega el siglo XX y con él, el ferrocarril, la ampliación del puerto, el derribo de sus murallas el ensanche de la ciudad y su vertebración de esta entorno a las vías del tranvía, hasta que este entro en el sueño del olvido.
A partir del 1960 se produce el Boom del turismo, de los apartamentos, desaparecen los balnearios y hacen apto de presencia los rascacielos.
Cualquier alicantino de antaño que milagrosamente reviviera en nuestros días, tal vez solo reconociera el Castillo de Santa Bárbara como único punto en común con su pasado.
De ahí que se proponga que como Alicantinos, tod@s, aunque no somos técnicos, si tenemos un criterio y una opinión con la que hacer saber nuestros deseos.
Sin embargo me resulta extraño que se hable de una perdida patrimonial histórica y no se mencione para nada la perdida ecológica que hemos sufrido en este últimos cien años.
El siguiente exponente, el señor Amores, hizo un repaso por los ilustres Alicantinos no reconocidos algunos y otros infravalorados para esta asociación.
Balmis, Bañuls padre e hijo, Nicolas Peris, Bonet, Altamira, Quijano, Figueras Pachecos, etc. Son unos cuantos de esos Alicantinos que desconocemos su existencia e historia y que con solo ser el nombre de una acalle o plaza no basta, habría que divulgar su hacer y sus meritos, por los que deben ocupar un hueco, no solo en sus calles, si no en el corazón de todos los Alicantinos.
Arturo Campello nos deleito con una charla sobre “La sinrazones del callejero”, mal endémico de también otras ciudades, cuyas características principales son las calles repetidas o mal escritas, calles que cambian y vuelven a reaparecer según el signo político al mando del municipio, junto con las mas de 90 calles con connotaciones franquistas en su rotulación.
A mi entender esto no ocurriría, si con buen criterio se prohibiera dar nombres a las calles de personajes políticos, militares, religiosos o con palabras derivados de estos temas.
La charla finalizo con un Pasapalabras Alicantino y digo finalizo porque el turno de ruego y preguntas, se salto para ir todo el mundo corriendo a cenar(es un decir).
La verdad es que he de reconocer que “comulgo” (vaya palabreja), con el fondo de las ideas, aunque muchas veces este en desacuerdo en el planteamiento o los modos, pero eso no quita que alabe la labor de la asociación cultural Alicante Vivo, gente inquieta como ellos son las que rescatan del olvido muchas de nuestras tradiciones y nos informan de esas pequeñas cosas que están ahí y nunca nos hemos fijado o no las hemos dado importancia.
Lo curioso es que la media de los allí asistentes rondaría los 40 años mínimo, cosa por cierto bastante normal, según creo, ya que de joven no piensas en preservar si no en pasártelo bien, cuando maduras un poco, formas una familia y ya cuando tienes una estabilidad económica o social, es cuando dedicas mas tiempo a tus inquietudes, aunque sea a veces de una forma un tanto egoísta, pues mujeres por la causa, pocas hay, dado su fuerte compromiso emocional y físico con sacar la familia y su entorno adelante, su naturaleza privilegiada les hace ser más practicas y no perder el tiempo en algo que poco aporta a su funcionamiento diario, salvo que su statu social le permita estos quehaceres o sean medias naranjas con los mismas inquietudes.

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